Cada objeto cuenta una historia, cada rincón un recuerdo.

La calidez de la luz, ilumina los detalles,
Y la vida cobra significado, en este espacio sagrado.

Donde la pareja se encuentra, se ama y se cuida.

La vida se vive con intensidad, cada momento es un regalo.

Esta casa es un refugio, un lugar de paz y armonía.

Donde el amor es la arquitectura, que la sostiene y la hace fuerte.

Mi recomendada de hoy en una de las calles más serenas de Altos de Riomar, se alza esta casa de dos plantas que respira calma y elegancia.

Sus jardines —afuera y adentro— son un pequeño manifiesto verde, diseñados para que el tiempo se detenga.

Remodelada a fondo en 2014, luce pisos de mármol que reflejan la luz como si cada día fuera una inauguración.

La energía fluye limpia gracias a sus paneles solares, y la vida se despliega en tres salas abiertas y bañadas de sol, un comedor que mira al jardín y una cocina que conduce directo al patio, donde el aroma de un asado al aire libre espera en su barbacoa.

La terraza principal, abrazada por jardines y fuentes, es refugio y escenario.

Arriba, tres habitaciones: dos con vista al verde y acceso a una terraza que invita a desayunar lento; la tercera, con su propio balcón, baño y vestier.

Un estar íntimo de alcobas remata el piso, pensado para conversaciones que no necesitan reloj.

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